Libertad exótica

Jóvenes chinos eligen Uruguay para estudiar español; ¿qué oportunidades ven en un idioma que hasta hace poco nadie conocía en su país de origen?

Texto: Cecilia Arregui
Video: Cecilia Arregui, Sofía Moll

-Me llamo Mercedes, pero me gusta mucho que mis amigos me llamen Merchy.
-¿Cuál es tu nombre de verdad?
-¿En chino? ¿Quieres saber?
-Es un poco difícil para los extranjeros- continúa su amiga Olga.

Le extraña que alguien quiera conocer su verdadera identidad. Con timidez, dice que se llama Liu Tian Xin. Lo escribe en una libreta. Ellas llegaron a Uruguay el 28 de agosto de 2013 junto con otros 25 jóvenes. Son estudiantes de la Universidad Normal de Harbin, en el norte de China, y vienen a cursar el tercer año de su licenciatura en Español.

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También podían elegir Salamanca como destino para el intercambio. “Tenemos la experiencia de mis compañeros que vinieron el año pasado y por lo que nos contaron nos llamó más la atención Uruguay”, plantea Olga. No es la primera vez que un grupo de estudiantes chinos llega a Montevideo con ese objetivo. La Universidad de Harbin formó un Programa Conjunto con la Universidad ORT. El primer grupo, de 42 estudiantes, llegó en 2012.

Vienen al sur desde la ciudad del hielo. Harbin es conocida con ese nombre por su gélido invierno. Tiene diez millones de habitantes y está próxima a la frontera con Rusia. Para muchos de estos estudiantes que vienen a Uruguay, es la primera vez que salen de China. “Quería ir lo más lejos posible.Era importante que no me encontrase con muchos chinos”, explica Olivia, que en realidad es Fan Yun Ying. Todos tienen un nombre en español. Lo eligieron antes de viajar, su profesora les dio una lista con varias opciones.

La mayoría no sabía nada de Uruguay antes de llegar. “Los chicos conocen por el fútbol”, explica Isabela, otra de las estudiantes, que en realidad se llama Wang Zehua. “Pero cuando le conté a mi familia, no sabían dónde quedaba ese país”. Mercedes plantea que cuando llegó se dio cuenta de que no tenía nada que ver con lo que se imagina la gente en China. “Se piensan que es muy peligroso”, afirma. “La información que llega allá a veces es errada”.

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Según Olivia, “en China hay mucha gente y además, por la situación económica, es más difícil para las chicas conseguir un buen trabajo”. Matemática, ciencias o ingeniería no son buenas opciones: están vistas como profesiones para hombres. “Una lengua trae mejores oportunidades para nosotras”, explica.

Mercedes afirma que cuando cursaba el bachillerato ya había decidido que quería estudiar un idioma: “Me gusta el inglés pero en China todos saben hablarlo, es obligatorio en las escuelas”. El español todavía no. Todo se reduce a maximizar el número de oportunidades. En muchos casos son los propios padres quienes aconsejan. “Es importante porque cada día estamos más cerca. Tenemos negocios importantes, la tendencia es que los vínculos de China con América Latina sigan creciendo”, agrega Isabela. Su verdadero nombre es Wang Zehua y quiere ser traductora.

Estudiar idiomas “exóticos” para los chinos, como español o portugués, es la puerta de entrada que las mujeres ven para tener mayores oportunidades laborales. No es coincidencia que en el curso de español la mayoría de los estudiantes sea de sexo femenino: siete hombres y veinte mujeres. “En las empresas se creen que los chicos tienen más capacidades que las chicas”, comenta Mercedes. Y agrega que en su grupo los varones son los menos estudiosos.

Los alumnos de la ORT no son los únicos chinos estudiando en Uruguay. Zhang Kun tiene 28 años y llegó a Uruguay hace 15 meses. Él vino al Claeh por una beca del gobierno chino para realizar su tesis de doctorado sobre la Teología de la Liberación en América Latina. “Mi supervisora en la Universidad de Shanghai tenía contacto con un profesor uruguayo, y por eso elegí este país”, explica.

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Zhang plantea que la sociedad china es machista: “Las chicas están por abajito”. A pesar de que hoy la mayoría de las mujeres trabaja, los sueldos son en general mucho más bajos que los de un hombre. “Esa es la tradición en China. Ahora está cambiando, pero lleva su tiempo”. 

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“No es muy difícil aprender español”, afirma Olivia con orgullo. Zhang explica que “en las lenguas latinas podes leer y escribir conociendo el abecedario y las reglas básicas de pronunciación”. El chino, en cambio, tiene muchos caracteres que no se asocian directamente a cómo suena la palabra hablada. “Hay que memorizar mucho”.

Olivia comenta que tardó varios meses en dominar algunas pronunciaciones en español. La “erre”, por ejemplo. “Escuchar es más complicado, en la radio hay muchas palabras que no conozco”. En la ORT cursan unas cuantas materias: “redacción, expresión oral, auditiva, literatura, medios de comunicación y comercial”, enumera Olga contando con los dedos para no dejar ninguna fuera. 

Piensan cada palabra antes de decirla. Se preocupan por conjugar los verbos lo mejor posible. Se nota el esfuerzo de los últimos dos años y medio. Pero es muy difícil no cometer errores: el chino y el español son dos lenguas muy disímiles. Mercedes describe la residencia en la que vive junto a algunos de sus compañeros, pero dice “resistencia”. En lugar de periodo, Olivia dice “periódico”.

Leo Long decidió instalarse en Uruguay hace más de un año “porque la tranqulidad le permite concentrarse para escribir”. Él es un escritor de viajes, como él mismo se define; y cree que no es importante para un chino aprender español. “A no ser que vivan en un país donde se hable ese idioma o tenga relaciones comerciales con América Latina”. Aunque son pocos los chinos que lo hablan, “la población es tan grande que un porcentaje pequeño es un gran número de individuos”.

Zhang no coincide: “Cuántos más idiomas sepas, mejor”. Para él el español es importante porque es una de las lenguas más habladas en el mundo. “Además, los vínculos entre China y este continente son cada vez más fuertes. No me refiero solo a lo económico, también a lo académico y lo cultural”. Isabela comenta que leyó una noticia de un portal chino que dice que se ofrecerá el español como idioma optativo en los bachilleratos del gigante asiático. “Cada vez va a ser más popular”.

A mitad de año, todos van a abandonar Uruguay. Los estudiantes de la ORT deben regresar a China para dar el examen internacional ‘Español IV’ y cursar el último año de la licenciatura. A Zhang Kun se le termina la beca y Leo Long continuará su recorrido por el mundo. Todos ellos afirman que “extrañarán todo de este país”.

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“A Olga y a mí nos gusta ir a clase acá”, dice Mercedes. Le interesa lo que les enseñan y sienten la cercanía con los profesores. “En China no es normal que te traten como iguales”, afirma Isabela. “Solo aprendemos lo que nos enseñan y nada más. No es bueno dar tu opinión”.

Zhang dice que en China la mayoría de las clases son solo para escuchar, para memorizar lo que dicen los docentes: “Creo que es una desventaja de la educación en mi país”. Isabela comenta que ella siente que está cambiando: los profesores jóvenes quieren implementar nuevas formas de enseñar.

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Olivia cuenta que en China no tiene tanto tiempo libre “para divertirse”. Siempre hay muchas cosas para estudiar, para hacer, para pensar. “Los extranjeros creen que los papás en China son muy estrictos”. No la dejan salir sola de noche y le hacen muchas preguntas: “Es porque son de un periodo anterior, tienen conciencia muy tradicional”.

A Isabela le gusta que la gente en Uruguay sea amigable. “Acá las relaciones son libres, le hablas a cualquiera por la calle y no pasa nada. En China nadie hace eso”. Zhang Kun sonríe cuando dice que su experiencia en Uruguay le ha hecho crecer. Afirma que los chinos no saben nada sobre América Latina, pero que cada vez es más necesario que se conozca la cultura y el idioma: “Yo siento que todos los que estudiamos acá vamos a tener muchas ventajas cuando regresemos a China”.

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Una vez que termine la carrera, Olivia quiere volver a Uruguay para trabajar o seguir estudiando. Pero no sabe si podrá: “A veces es difícil que de China te den una visa”, explica. “Tal vez para mí es más sencillo, porque ya viví un año”. Reflexiona un segundo y vuelve a hablar: “Lo que más me gusta de Uruguay es que me siento libre”.

Producción: Cecilia Arregui
Entrevistas: Cecilia Arregui, Lucía Ferreira, Sofía Moll

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